Clarissa Dalloway

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viernes, agosto 22, 2014

Queso

Estaba preparando carbonara. Había caramelizado la cebolla, añadido el bacon hasta dejarlo seco y crujiente, los champiñones y, tras veinte minutos a fuerza de fuego, había sacado de ellos su tono más natural. Ese color ocre, rojizo, que cruje en los ojos nada más verlo. Añadió la nata, sal, pimienta en exceso y dejó hervir. Mientras, sobre la mesa, dos puñados de parmesano con rostro de nube esperaban a que ella, tras apartar la mezcla, los añadiera para conseguir un espesor delicado. Sin embargo, no pude contenerme y me adelanté a probar un pellizco. En mis dedos el tacto era casi imperceptible. Parecía que no sostenían nada. Fueron cayendo virutas en el suelo de camino a mi boca. El tiempo pasaba tan despacio... el humo de la olla, las gotas de vapor en la pared, el parmesano caía como caen las plumas de los campanarios de las catedrales. Al rozar mi lengua lo noté dulce, suave transformación salada paseando entre ácidos y amargos. Entonces supo que no era solamente comer, no, con ella no. Algo había hecho encajar los ingredientes y despertar los sentidos.

domingo, agosto 10, 2014

Cerca

Acababa de ver una perséida. Apenas caía ninguna pero yo seguía allí. De niña me esforzaba por mantener los ojos abiertos repitiéndome: "ahora caerá!". Pero al final el cansancio me podía, se me nublaban los ojos y asumía que ya no podría verlas aunque pasasen a cámara lenta. He visto estrellas fugaces hasta sin querer, he viajado, he conocido a tantas personas que no sé si viven o ya han muerto, he podido usar todo aquello que por observar he aprendido, he amado como se quieren las orugas y las rosas, he pensado, soñado, llorado. A veces, de reír he llegado a pensar que dejaría de respirar. He podido escuchar a las ranas aun sin verlas y, mirando, he llegado a encontrar sapos que me acompañaban a casa. He sentido su piel resbaladiza y rugosa. He tenido miedo y paz. Me he abstraído de la realidad hasta perderme conversaciones enteras por leer las pisadas en la hierba y la hierba en los pies, por el agua y los peces rodeándome con su movimiento ondulante, rápido y fuerte. He hecho sonreír a tantos... he hecho llorar tantas veces... A veces imagino que mi cuerpo yaciente ya no respira, y pienso en todo. En la acidez de las moras al pasar por la garganta cuando no puedo aguantar más el picor, en el amor que hace que uno erice la piel, en el latir que no deja pronunciar palabra... podría morir hoy mismo, ¡he visto tantas cosas!  Pero entonces estás tú. Que te ríes de soslayo y tus ojos me miran brillantes. Que te sorprendes con los lugares nuevos, que te da miedo de todo sola y de nada conmigo, que cada vez que haces algo que te gusta parece la primera vez. Que me haces trampa y me cambias las preocupaciones por chocolate. ¡Que estás tan loca que me fascinas! Que me sorprendes cada vez que ríes y cada vez que lloras. Que eres tan pequeña que cabes dentro de mí y ¡además dices que estás a gusto! Que me haces desear que el tiempo no pase aunque estés lejos y sólo pueda pensarte. Porque tenerte lejos a ti es mejor que tener cerca a cualquiera.

domingo, julio 20, 2014

Siempre

Me desperté con mis labios en los tuyos. De tu boca caía agua que goteaba por mi nuca mientras tú la secabas con las manos. Me rozaban tus pestañas, estabas tan cerca que tu cuerpo llamaba a mi sangre como hace la luna con las mareas. La brisa movía las cortinas, las sábanas se morían por olerte y tus ojos se llenaban de lágrimas. Respirabas cada vez más fuerte y yo te apretaba más, mis dedos se hundían en ti como queriendo atravesarte. Quería quemarte, quemarme, quemarnos. Arder. Quería tan sólo amarte de nuevo. Hoy, mañana, pasado...

jueves, diciembre 19, 2013

Sagrado sueño



Cuando de mí va a salir algo grande me pongo nerviosa, inquieta, las noches se me hacen cortas y los días pensativos. A veces pienso que mis ideas me devoran aumentando con el ritmo al que aumentan mis años. Se me hacen inmensas e impacientes hasta que logran salir. Flores, chocolate, caramelo, nuez... pimienta. Tengo la capacidad de no parar de soñar nunca y eso me hace feliz y persistente. Eso me hace vivir y querer vivirlo.

sábado, diciembre 14, 2013

Te desayuné



Hoy me desperté soñando que desayunábamos pan con mantequilla. Me sorprendí pensando que subíamos las escaleras y bajabas las persianas. Mi cerebro, aun soñando, me dió la oportunidad de elegir desnudarte y el tuyo prefirió no cubrirse para rozar el mío. Soñaba que sin tenerte te tenía, como se tienen los pájaros que sin tocarlos se poseen aunque vuelen libres.
Soñé que dormía, profundo, hasta que desperté por el temblor de tus piernas y el sabor a mantequilla de tus labios.










miércoles, diciembre 04, 2013

Llegó el día


Llega un día en el que uno pierde el miedo. Lo pisan, insultan, roban, hasta que un día, al abrir los ojos ya no le preocupa ni su propia muerte. Es entonces cuando uno lucha, y se revuelve, y nada puede con él porque a fuerza de sufrir ya es fuerte. Y su corazón se encuentra tan roto que no tiene nada que perder y poco le importa lo que tenga que ganar.

























lunes, noviembre 18, 2013

Más


Quiero, deseo, necesito.

Todo se queda en poco y quiero más, ansío más. Más verte, más tenerte, más quererte. Y así poder olerte hasta que tus ganas sean más grandes que las mías, y necesites más acariciarme a que te acaricie. Hasta que consiga que tus instintos sean más complejos que los míos y sienta mis propios nervios en tus manos temblorosas.

Dibujarte hasta que consiga tallar un "te" ante cada uno de nuestros verbos.

Bocados de hormiga


Hay personitas que enseñan tanto como respiran y que, sin darte cuenta, ocupan tu corazón como hormigas sobre migas de pan.

Y van comiendo y comiendo hasta que no queda pan, ni tu corazón si quiera, quedándose calentitas en el hueco que antes vivía solo y que ahora sin ellas no puede latir. Porque sin ti mi corazón ya no es. Lo has devorado a bocaditos pequeños haciéndome cosquillas y, como te vayas, no me llegará la sangre a la cabeza y se me pondrán fríos los pies y las manos torpes.

Así que tendrás que quedarte, prometo darte a cambio algo mejor que pan, te daré miguitas de bollitos dulces.

martes, octubre 29, 2013

Deviniendo


Hay personas que se llaman, se reclaman, se necesitan. Se extrañan.

Supongo que cuando seamos viejos habremos olvidado esos restos de amor adheridos a nuestra piel, pero por ahora siguen ahí, impasibles, acumulándose mientras producen olores dulces.

Por momentos quisiera arrancar recuerdos pero se me escapan las ganas y temo su pérdida junto al devenir del tiempo. Tu culpa, la mía... qué más da. Un hormigueo me recorre haciéndome notar que sigo aquí, viviendo, y me descubro repitiendo cuánto me gusta hallarme en las huellas que el mar aún no ha podido borrar. Juegan con el tiempo, contigo y conmigo, con todos, y logran andar sobre la arena debajo de tus pies mientras yo miro tus manos.

Hay cosas que no aceptan un nunca como hay canciones que sólo se oyen en ti.

Las ganas de comerte me devoran volviéndome a dejar hambrienta de recuerdos, de pieles, de huellas, de ti.

Ven pronto, te lo suplico y quiéreme como si no hubiera recuerdos, ni pieles, ni huellas... ni tú. Como si nadie estuviese pero nos sintiésemos llenas.

Volver



Tantos sentimientos que mi escritura se desgasta y se hace ilegible, incomprensible incluso para mí tras dibujarla. Porque yo no escribo, pinto e invento letras que al pausar mi lápiz se giran y retuercen como si no fuese yo quien las hubiese escrito. Y me desafían altaneras a causa de mi deseo por plasmarlas y poseerlas.
Se contraen y enredan como ramas rápidas que me suplican paz y trepan hacia mi conciencia. Y brotan sueños que desencadenan flores que ocupan mi cuerpo por completo, que casi no me dejan respirar culpándome por mis ganas de sentir y de ser. Castigándome por mis ganas de tenerte.
Y entonces, como quien sale del agua, vuelvo a releerlas, comprendiendo que son mías por mucho que se deformen, y entiendo cada frase como si las estuviese pensando hoy mismo, como si el viento me hubiese llevado al mismo exacto lugar.


sábado, agosto 24, 2013

Se busca mente madura, relajada y experta que no se conmueva por grandes pasiones


Hay días en los que uno, mientras se topa con un aroma desconocido, se siente solo. Y mi cabeza, ¿no puede parar? ¡Que alguien la detenga por compasión!
Pero no, nadie la para. Quizá algún día explote y por fin pueda adquirir otra.

viernes, agosto 23, 2013

Luna



-¿Qué haces?- Me asusté tanto que no podía ni tan siquiera moverme. Mi corazón galopaba al ritmo que cantaban los grillos, sentí frío y volvío a preguntar. -¿Qué haces?- Todo estaba tan oscuro que no podía ver nada, apenas el reflejo del faro cuando se giraba para mirarme. Y, nuevamente, se repetía esa voz blanca, casi transparente. Mis ojos se acostumbraron despacio a la luz y mis latidos fueron dejando las semifusas para descansar en negras.

-Te estoy preguntando, es de mala educación no contestar.

Y, casi sin querer, pude responder -Dormir.

-¿Y por qué duermes? No ves que es ahora cuando yo vengo a visitarte?

-Tienes razón, pero no sabía que vendrías, hace años que dejaste de hacerlo.

Con eso calló, como vacilante o arrepentida, o quizás un poco vencida. Por eso la miré, tenía esa cara que pone a veces, cuando no quiere que sepamos si está alegre o triste; tenía ese brillo que apenas recordaba por culpa de haberla dejado de mirar. Tantas veces me prometió subir con ella, tantas veces me regaló sus sueños. Pero un día dejó de quererme como yo lo hacía.

Poco a poco fui quedándome dormida, y mis pensamientos corrían tan deprisa como blancas y sus silencios alternándose pacientes. Entonces la escuché. Escuché cómo lloraba echándome de menos y me escuché riendo volviéndola a querer.


jueves, agosto 22, 2013

Tiempo


Le dije a todos que no tenía tiempo, mas era incierto: era yo quien inventaba mis propias horas. Caminando creé miles y esperando no fui capaz de más de un par. No depende del que más minutos dibuja sino del que más ganas desarrolla.

La espera me consume y mis ganas merman, a veces alguna chilla como desesperada entre tanto silencio. Pero no hago nada. La lenta agonía de quien espera sabiéndose yacente.

Haré, seré, tendré. Desearía ser la luz que ilumina mi brazo entre tanto calor para dejar de pensar, pero sé que así habré muerto y me resisto. Me aferro a respirar entre tanto polvo, a ver entre tanta niebla y a oir entre tanto grito. Porque sólo así sé qué hago, qué soy y qué tengo. Porque sólo así sé que aún me queda tiempo.

miércoles, junio 20, 2012

A Michel Bras

Existen en mí tantos espacios que necesitan tus colores... vuelvo a añorar tus páginas y no puedo más que buscarte y releerte, oler tus tintas e imaginar tus sabores.

miércoles, mayo 16, 2012

La Tercera Guerra Mundial


Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, 
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, 
porque yo no era socialdemócrata,
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, 
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, 
porque yo no era judío,
Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.


Martin Niemöller


Día 1

                Recuerdo, hace años, como silenciaban el telediario al retrasmitir imágenes bajo el título de “no comment”
               
                Pedradas, disparos, montañas de cuerpos, rostros desfigurados ahora con sonido, a todo color y en pleno directo. Mientras saboreo el almuerzo veo como alguien cae abatido. Cambia la piedra de su mano por una bala en su estómago. Quizás no haya muerto todavía.

                Voy a por el postre.

Día 2

                He visto muchas de ellas. En mi ciudad hay miles construyendo ahora mismo. No sé cuánto vale una, pero seguro que mucho más que una vida. No pensé que tendría que respirar el mismo aire que ellos pero, a pesar de la distancia, lo hago. Sus cuerpos desfilan por la pantalla del televisor. Usan grúas para elevarlos de manera lenta, evitando que se rompan el cuello, haciendo así su muerte lenta y dolorosa por asfixia.

                Las cuerdas giran, los cuerpos también. Los zapatos caen, y los vómitos, y el orín. 

                Algunas empresas de maquinaria de construcción dejarán de vender allí su mercancía  algún tiempo. No les da buena imagen.
 
Día 3

                Por fin terminaron de recuperar el parque nacional. Ya era hora, llevan más de 5 años gastando dinero en eso. Quizás vayamos el próximo puente, a los niños les gusta corretear por esos sitios. Me llevaré la réflex.

                Qué calor, al final los ecologistas van a tener razón con esto del cambio climático. Voy a poner un poco el aire acondicionado mientras el documental me ayuda a dormir.


Día 4

                Una madre sentada en el balcón de un 8º piso. La acaban de despedir. Sólo piensa en su hijo disminuido. Por él salta y por él muere. Ahora el estado se hará cargo de él, ella ya no podía porque a nadie le importaban sus problemas. Al menos alguien la recogerá del suelo e impedirá que le saquen fotos a su cuerpo inerte, será lo más bonito que hagan por ella, limpiar su sangre del suelo y de su frente antes de maquillarla para el funeral.

                Nunca fui a su país, pero no creo que vaya en un tiempo, no quiero sentir tanta tristeza en sus gentes. Ya iré cuando todo mejore.

Día 5

                Hoy una clienta andaba preocupada por el estado de su empresa. Dice que no cree que la despidan -primero caerán los grandes- dice.

                Pienso en la aquella película sobre la 2ª guerra mundial. El protagonista se pregunta, aún sin decirlo, cuándo acabarán con su agonía. Esta vez no, tranquilo, es la sangre de tu vecino la que pinta el césped ignífugo.  

Día 6

                Los jóvenes han salido a la calle. Qué bien. Esto hay que cambiarlo y hay que gritar.
Yo ya iré a la siguiente, con niños no se puede hacer nada.
Se me cerraron los ojos pero me despertó el volumen del televisor. Golpes, gritos, desalojaban a los manifestantes.

                En facebook un contacto subió el video de una joven golpeada, vejada. Sus moratones no aparecerán nunca en su historial médico. Son las consecuencias de la guerra. Una guerra que no tiene muertos, solo perdedores. 

Día 7

                Nunca he sido demasiado puntual, pero hoy llegué antes al trabajo. Mi jefe ya estaba allí. Me hizo un café y me dijo que no podía seguir pagando mi sueldo. No estoy preocupado, seguro que encuentro algo mejor, hacía tiempo que estaba pensando cambiar de trabajo. Unos meses cobrando por no hacer nada no está tan mal.

Día 8

                Peleas, peleas, peleas. Sin trabajo no hay dinero y sin dinero no hay amor. Se han ido. Me han dejado.

Día 9

                Mi perro ha muerto. Mis últimos ahorros los gasté en él, pero no fue suficiente. Lo dejé morir en mis brazos. Noté como era yo quien impedía su latir con mis manos. Lo envolví en una manta, lo metí en una bolsa y lo tiré a la basura.

                Dinero, jodido dinero, vales más que una grúa, vales más que mi perro, vales más que yo.

                Pienso en mi abuela tapada hasta la cabeza esperando que pasara la tormenta. Le recordaba a las bombas que explotaban en su pequeña cabeza de 9 años. Hambre, frío, enfermedad...

Día 10

                Esta guerra golpeó mi cabeza contra el suelo, aún podía respirar, pero ya había muerto.

                Mi ataúd era invisible, pero mi mente imaginaba cada esquina de madera, el olor a tierra, la desesperanza de saberme triste. No había lágrimas sobre mí, como tampoco las hubo en cada suicidio anónimo.

                Me quedaré aquí hasta que empiece a oler mi propia culpa. Debí haber gritado, debí haber hablado, debí, al menos, haber susurrado. Debí, debí, debí…


jueves, abril 19, 2012

Ella lo sabe

No podía creer que ya no existiese. Ni su latir, ni su reír. Las horas, los meses, los años habían pasado y ya no había más. Se acabaron. No me lo ha dicho, pero yo lo sé. Está aprovechando cada suspiro como si se lo hubiera prometido. Se lo juró aunque fuese en sueños y su piel ya no escuchase, se lo dijo lento, entre lágrimas y con la voz ausente.

Cualquiera te diría que no pudo oírlo porque ni siquiera lo dijiste, pero no es cierto. Tus gritos atravesaron incluso mi cuerpo. Por eso sé que te escuchó. Sintió tus te quiero, se sintieron tanto que se han quedado en las páginas de los libros, y en las fotos, se han quedado en las huellas, porque con eso nada puede, ni siquiera la muerte.

martes, abril 10, 2012

Letras, gracias por visitarme... era tan tarde que incluso me dio vergüenza llamar

Las venitas de mi cerebro laten hambrientas, hace meses que no les doy de cenar y lo vienen notando. Les falta el aire. Cantar, pintar, leer, correr, nadar, escribir... dónde os habéis metido letras? Venid que os ando buscando. El tiempo pasa y me consume, como el azúcar del pastel le arrebata el sabor a la fresa. Cuán injusta es la vida contigo... te hacen crecer tan rápido que después no sabes a nada y te arreglan bañándote en sirope. O lo que es peor, en módena. Dejadme saborearla, os lo suplico, dejadme apreciarla así, tal cual ella es. Dejadme, que la vida se me va y, con ella, la risa y el paladar.

viernes, marzo 30, 2012

De colores

Cada día escucho a unas 10 personas que critican, al menos, a otras 10 personas.

¿De verdad importa? Siento como mi corazón se pudre ante tanto odio, ante tanta venganza y ante tanta indiferencia. Y me entristece pensar que un día mi mente se hará tan dura que ya no será capaz de sentir las palabras que escribo en este instante.

Estamos olvidando el verdadero latir de las cosas.

Un día las personas que amamos se irán y sólo nos quedarán los recuerdos que nos dejaron. Los buenos y los malos. Hay miles de recuerdos malos en nuestra vida y la mayoría causados por nosotros mismos. Qué pena… cuánto jodido dolor absurdo. Ojalá pudiésemos aprender a no hacer daño o a tolerar las faltas de los demás siendo capaces de ver primero las nuestras. Tengo que vivir en este mundo donde el que grita es el más fuerte, y no sé ni cómo salir ni cómo aprender a amar más. No sé cómo imaginar que la persona que tengo enfrente no es más que una extensión de mi propio cuerpo. Yo misma pero con otro rostro y otro pensar.

Sueño que mi corazón se hace cada vez más vivo, de colores… nunca me gustaron los tonos oscuros.

jueves, marzo 05, 2009

Hada, escucha

En algún lugar del mundo hay un hada que sueña conmigo cuando yo cierro los ojos. Alguien que crea las hormiguitas que recorren toda la envoltura de mis formas. Un ser pequeñito que se mete en los agujeros de mi cuerpo y, dentro, me susurra tan bajito que ni siquiera puedo oírlo. Un espécimen que hace que toda mi piel se contraiga al sentir un repelús. Un hada que sigue mis juegos y que se queda despierta para verme dormir. Hada, tráeme la ilusión, te lo suplico, que esta noche se me ha perdido.

lunes, febrero 09, 2009

Casi hasta desaparecer

Tan chiquitita que nadie pudiese verme, que nadie me encontrase, que nadie me mirase, que nadie pudiese ni siquiera pisarme. Tan pequeña como la distancia existente entre dos cuerpos amantes; tanto que podría escalar por las narices de las personas y llegar a mil sitios transportada por el viento. Pequeña, pequeña, tanto que a veces no pudiese encontrar ni mis propios pies, es más, tanto que no sabría si podría llegar a tener dedos en los pies. Ni siquiera se me apreciaría con el mayor aumento de un microscopio, sería como existir pero sin que nadie lo supiera. Me metería dentro de las caracolas y utilizaría a las hormigas como autobuses sólo para mí. Me vestiría con un pelo de un gato, abierto por la mitad por supuesto, y sería tan ligera que podría llegar de un salto a la luna, y luego volver en un solo minuto. Nunca tendría miedo, porque, como nadie sabría de mi existencia, nadie podría ni tan siquiera pensar en hacerme daño. Sería como ser libre, recorriendo otros cuerpos, escuchando mil historias de mil personas distintas mientras estuviese sentada en sus orejas o en alguna de sus pestañas. Si algún día consigo reducirme tantísimo, os traeré un regalo de la luna, y aunque mi peso no me permita transportar cosas muy grandes y, os traiga un detalle más pequeñito incluso que yo, recordad que un día prometí traeros algo de otro planeta. Así que no os limpiéis los oídos demasiado fuerte, porque quizás sea ahí donde os lo guarde por siempre.

sábado, febrero 23, 2008

Llama moribunda, vela agonizante

Frente a la luz de aquella moribunda vela sonreía. Consumía sus últimos recuerdos mientras me veía dormir. Pero yo no dormía, la observaba.
Se tapó un poco con la sábana, cubrió su pecho y desnudó su alma. Su espalda quedaba desnuda dejándome soñar despierta con su belleza y con su latir.
Era esa la felicidad, mirar los pliegues que hacía aquella sábana al rodear a la mujer a la que había amado toda la noche, con la que me había fundido hasta hacernos una.
Ahora mi corazón latía en ella como laten en mí las ciudades a las que añoro, como retumba en mí su último te quiero. Late como esa llama agonizante luchando para no morir, como ese humo que rodea sus manos para luego tocar las mías, como yo me despojaría de los ropajes que envuelven mi ser por un beso más, por un te quiero más, por una vela más iluminando su espalda.

Quiero saber a limón y oler a violetas

Quisiera correr, huir, deshacerme, descomponer mi cuerpo y convertirme en polvo hasta formar parte del viento y del sonido que sale de las espirales de las caracolas.
Que la materia de la que estoy compuesta se dividiese en infinitas partículas con sabor a limón y olor a violetas, y que éstas corriesen introduciéndose en millones de personas distintas a través de sus respiraciones. Que esas motas de polvo llegasen muy lejos y fuesen muy rápido llamándolas entonces “fugaces”. Así, algunas zonas de mí serían libres y otras estarían encarceladas en reyes y en estrellas. Sería libre y me diluiría en el agua, incluso en tus lágrimas, y flotaría en el aceite pudiendo alejar todo lo malo.
Quisiera amar sin que existiese un por qué, quisiera amarte sin que existiera nada más ni más nadie. A veces, cuando veo que eso no es posible, deseo desaparecer y salir volando, pero entonces te veo a mi lado, permanente, dulce y serena, protegiéndome, y me vuelves a hacer feliz, haces que vuelva a sonreír, haciéndome entender que es mejor, en vez de descomponerme en millones de augurios de tormenta, seguir siendo un mismo ente, para, al unirme contigo, convertirme en medio ser y transformarme en tu mitad.

lunes, septiembre 25, 2006

Al compás de la tormenta

Seguí como siempre, caminando hacía ninguna parte hasta que me topé con una joven que lloraba. No vi su rostro hasta que al levantar la vista y secarse las lágrimas me pidió un pañuelo. ¡Ojala nunca hubiera mirado esos ojos que me robaron la conciencia del mundo en el que me hallaba y me poseyeron por siempre! intenté seguirla pero era rápida. Los pliegues de sus ropajes danzaban con el viento como lo hacen las hojas en los días de tormenta. De pronto tropezó, con tal dulzura que sentí que el mundo se paraba para contemplarla. Cuando llegué ya era tarde, se incorporó para besarme, cerré los ojos durante lo que me pareció un siglo, y volví a la realidad al sentir un pinchazo que me robó la gota de sangre que le dio el color a sus flores. Sus brazos se convirtieron en ramas, sus dedos se volvieron hojas y sus ojos se tornaron rosas. Lloré hasta que no pude más, hasta que la belleza ya era demasiada y el pensar que la había perdido secó mis lágrimas al descubrir que eran ellas las que regaban la tierra donde mi amada crecía. Cada año para celebrar nuestro encuentro hay una rosa que nace, y en sus pétalos recuerdo su rostro y el color de mi sangre, la dulce sensación de que ella me poseerá por siempre, la belleza de recordar su cuerpo cuando sus hojas danzan al compás de la tormenta.

En Griego

La música sonaba pero ella seguía enfrascada en que la catedral no podía estar muy lejos. Pero de pronto la melodía cambió. Paró y se tumbó en el cesped. Le parecía que ahora mismo nada más importaba, eran ella y las flores, el contacto frío con la hierba y unas notas de fondo. Una mariposa se posó no muy lejos, contó los segundos que estuvo así, quieta, haciéndole compañía hasta que al terminar la melodía en un fa la mariposa se fue dejándola sola. ¿Y ahora qué podía hacer? Estaba sola y ya era tarde para no pensar. Pero el momento era demasiado preciado como para no decir nada.¿Quizás los peces lo sabían? A veces las flores cantaban, sí, pero no en francés como todo el mundo, cantaban en griego, como sonaban los pájaros. Tal vez ellos lo sabrían. Y pensar que había encontrado la felicidad. Tanto tiempo buscando para encontrarla en la conversación que los pájaros mantenían con el viento. Si fuese un pájaro y hablase en griego quizás no pensaría en ti, o tal vez te pensaría en sueños y discutiría eso con el viento; olvidaría el griego y solo podría silbar a causa de no tenerte. Como hacen los pájaros, la mayoría han olvidado el griego y solo los que son capaces de encontrarte, los que te han visto pasar, vienen y me dicen al oído que hoy parecías más feliz que nunca y que aunque apenas me recuerdas no has perdido el brillo de los ojos con los que me mirabas cuando, en griego, te decía te quiero.

viernes, junio 30, 2006

12-02-2006

Cuando ellos se separaron las luces se apagaron detrás.
Después de una noche sin dormir llegó a su habitación y miró por la ventana. Al principio no vio nada, pero al bajar la vista se dio cuenta de qué forma podían unirse tan fielmente dos personas que, quizás, ni siquiera se conocían realmente.
Un beso unido a una conversación un tanto estúpida puede hacer que desees por encima de todo estar a su lado, para que vuelva a pedirte otro beso, como el primero pero aún más imposible.
Al despedirse la besó en la mano, se separaron y siguieron su camino. Hasta mañana quizá, o tal vez hasta nunca recordándole en mis pensamientos para siempre.
Cuando no puedes dormir es como si todo se hiciese más intenso. La noche te contagia de su melancolía y te obliga a mirar al ombligo del mundo buscando entre tus propios intentos. Al ver las luces piensas en personas con ventanas abiertas que esperarían toda la noche hasta ver pasar un reflejo que escribiese su nombre. Luces, miras y ves luces. Reflejos de historias inexistentes, increíbles o simplemente de amor. Es como comprender a alguien que habla un idioma que tú no conoces y, sin palabras, enamorarte, como te enamoras de la noche cuando ella ni siquiera sabe que sigues despierto.

Tienes miedo

No era una pregunta, era una afirmación. No intentaba descubrir mis sentimientos porque ya los conocía. Adoro la forma en la que siempre me sorprende cuando hallo mis pensamientos en los suyos, cuando sé que me está mirando y, aunque no presto atención a nada más, no miro porque tengo miedo, miedo a toparme con la sinceridad que me observa y enamorarme por siempre. En ocasiones escribo pensando en cómo lo sabe, cómo sabe que puedo amar pero no quiero, amando como amo cada nota que llega a mis oídos, como si saliesen de sus manos recordándome cada una de mis promesas. ¿Vergüenza de qué? ¿De no cumplirlas o de pagarlas como si fueran deudas?
Yo solo tengo vergüenza de una cosa, de releer deseando volver a recibir tus cartas, de que entre la vainilla o la canela siempre aparezcas rozando el chocolate, y vergüenza de tener miedo a que un día te alejes y se alejen contigo mis esperanzas de creer. Pánico a que un día no quieras escuchar mis te quiero por muy alto que los grite, porque ya solo me quedan tus palabras que, aunque nunca creí que lo diría, son mi vida.

Vaho

Tumbada sobre las heladas piedras sonreía, contemplando su propio vaho como si fuera humo.
Una noche de estas en las que prefieres pensar a dormir, eliges el recuerdo antes que ningún presente.
Tal vez solo lo decía por decir, o quizás solo lo seguía por no decir que no. Porque... ¿Por qué no?
¿Por qué siempre decía que no a cada atisbo de comprensión o de confianza? ¿Por qué siempre se aferraba a sus oídos, solo a los suyos, volviendo a llamarla, a suplicar, a amar siempre a la misma estrella?
Adoraba sentarse cada noche a contemplar el cielo, esperando ver una estrella fugaz a la que nunca le pedía un deseo, porque (siempre hay un porque) le dijeron que jamás se cumplían. Entonces, ¿por qué rogar siempre la misma luz, con la misma intensidad y el mismo exacto dolor?
Quizás era esa estrella la que hacía que las piedras no estuviesen tan frías, o la noche tan oscura, porque, tal vez, iba cada noche con el frío, el silencio y el miedo porque le encontraba sentido. Le merecía la pena volver al dolor de sus recuerdos si a cambio podía soñar de nuevo; soñar que el vaho de sus palabras se unían con el susurro de sus te quiero.

lunes, enero 02, 2006

Pastel de Queso

Ingredientes...

Base de galleta
- 200 grs. de galletas trituradas
- 80 grs. de mantequilla
- Sal

Crema de Queso
- 250 grs. de queso fresco para untar
- 100 grs. de nata líquida
- 75 grs. azúcar

Salsa de Fresa
- Mermelada de Fresa
- Limón
- Agua




Elaboración...

Para la base de galleta derretir la mantequilla, agregarle una pizca de sal, y mezclar con las galletas trituradas hasta que se forme una masa homogénea. Hacer una base de aproximadamente medio centímetro (con la forma que se desee) y dejar enfriar.
Semi montar la nata con el azúcar y añadirle el queso fresco.
Agregar un poco de agua y unas gotas de zumo de limón a la mermelada, hasta que adquiera una consistencia un poco más ligera que nos sirva para bañar el pastel.

Montaje...

Colocar la base de galleta sobre el plato, poner encima la crema de queso y cubrir con un poco de salsa de fresa. Para decorar se pueden utilizar unos frutos secos rallados o enteros, tales como avellanas, almendras o pistachos

viernes, diciembre 30, 2005

Pensar en blanco

No creer para no sentir, pero aun así, sintiendo. Pasear y dar vueltas y vueltas hasta que paras y te das cuenta de que vas eligiendo cada pisada(como si eligieras el suelo más especial) y no te fijas en nada más, solo en el suelo, en las piedras, en las hojas y en los ojos que hace siglos que no ves más que en tus sueños, día tras día, paso tras paso. Iba así, sin pensar, nunca creyó en eso de controlar los pensamientos hasta llegar a tener la mente en blanco, y cuando lo consiguió (aunque muchos años más tarde) descubrió que eran esas pisadas las que le hacían volver siempre a sus palabras, a sus gestos y a esa felicidad que contagiaba con tan solo una sonrisa.
Quién diría que tendría valor para volver a mirar su rostro, para hablarle a sus labios, esos labios que un día besó y con los que sueña cada noche, al tumbarse y pensar. Pensar en las piedras, y en las hojas, y en el azul de cada sueño, de cada caricia antes de dormir. Lo necesitó hasta que no pudo más, hasta que los pasos ya no le servían, ni tampoco el olor de otro perfume antaño deseado, ni otras caricias al despertar, hasta que fue en su busca y descubrió que ya no le necesitaban, entonces se olvidó, olvidó sus propios deseos y se halló en los suyos. Y entonces necesitó no volver a arriesgar para no volver a sufrir, fue entonces cuando descubrió que su rosa ya no creía para no tener que sentir.

sábado, abril 02, 2005

Iré a comprar las flores yo misma

Empiezo este blog como cualquiera de mis celebraciones, con la ilusión de conseguir ser una buena anfitriona. Os hablaré a menudo sobre mis pequeños comtratiempos e intereses, desde recomendaciones de libros hasta debates que espero podáis continuar. Sed todos bienvenidos a cada una de mis fiestas.

Clarissa Dalloway