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sábado, febrero 23, 2008

Llama moribunda, vela agonizante

Frente a la luz de aquella moribunda vela sonreía. Consumía sus últimos recuerdos mientras me veía dormir. Pero yo no dormía, la observaba.
Se tapó un poco con la sábana, cubrió su pecho y desnudó su alma. Su espalda quedaba desnuda dejándome soñar despierta con su belleza y con su latir.
Era esa la felicidad, mirar los pliegues que hacía aquella sábana al rodear a la mujer a la que había amado toda la noche, con la que me había fundido hasta hacernos una.
Ahora mi corazón latía en ella como laten en mí las ciudades a las que añoro, como retumba en mí su último te quiero. Late como esa llama agonizante luchando para no morir, como ese humo que rodea sus manos para luego tocar las mías, como yo me despojaría de los ropajes que envuelven mi ser por un beso más, por un te quiero más, por una vela más iluminando su espalda.