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martes, octubre 29, 2013

Deviniendo


Hay personas que se llaman, se reclaman, se necesitan. Se extrañan.

Supongo que cuando seamos viejos habremos olvidado esos restos de amor adheridos a nuestra piel, pero por ahora siguen ahí, impasibles, acumulándose mientras producen olores dulces.

Por momentos quisiera arrancar recuerdos pero se me escapan las ganas y temo su pérdida junto al devenir del tiempo. Tu culpa, la mía... qué más da. Un hormigueo me recorre haciéndome notar que sigo aquí, viviendo, y me descubro repitiendo cuánto me gusta hallarme en las huellas que el mar aún no ha podido borrar. Juegan con el tiempo, contigo y conmigo, con todos, y logran andar sobre la arena debajo de tus pies mientras yo miro tus manos.

Hay cosas que no aceptan un nunca como hay canciones que sólo se oyen en ti.

Las ganas de comerte me devoran volviéndome a dejar hambrienta de recuerdos, de pieles, de huellas, de ti.

Ven pronto, te lo suplico y quiéreme como si no hubiera recuerdos, ni pieles, ni huellas... ni tú. Como si nadie estuviese pero nos sintiésemos llenas.